
No te apagues para caer bien. Enciéndete para vivir.
Desde pequeña aprendí que ser vista no siempre es bonito.
Que no todas las miradas son cálidas.
Que no todos los halagos sanan.
Y que muchas veces, lo que más duele… es tener que pedir perdón por ser tú.
Durante años, viví dos tipos de experiencias muy distintas, que me marcaron profundamente:
🌙 Una con las mujeres.
🌞 Otra con los hombres.
Y ambas condicionaron mi forma de verme, de vincularme y de sostenerme emocionalmente.
Lo que me pasaba con las mujeres
Desde niña, tuve encuentros “no agradables” con otras chicas.
Situaciones donde no hacía nada para caer mal… pero "caía mal" igual.
De forma indirecta. Sutil. Silenciosa.
Eran mis “amigas”, pero actuaban como mis “enemigas”.
Solo por estar. Por ser.
Por atraer miradas… o simplemente por tener luz.
A veces eran comentarios aparentemente inofensivos:
— “No te invito a mi fiesta porque vas a quitarme a los chicos.”
— “Le gustas a todos solo porque eres rubia.”
— “Una amiga dice que en la discoteca andas recta y pareces mirar por encima del hombro.”
Y yo pensaba… ¿qué estoy haciendo mal?
La respuesta, por dentro, era brutal:
Nada. Solo estoy siendo.
Y al parecer, eso basta para incomodar.
Eso me llevó a adaptarme.
A no destacar.
A sonreír de más.
A esforzarme por caer bien desde el primer segundo.
A apagarme un poquito para que nadie se sintiera menos a mi lado.
No por arrogancia. No por superioridad.
Sino por protección. Por costumbre.
Por puro miedo a volver a sentirme rechazada por otras mujeres solo por mi presencia.
Y esa herida fue la que más me costó ver.
Porque, en el fondo, yo también deseaba ser amada por ellas.
Yo también quería una red de amigas reales, que me vieran y me celebraran.
Pero lo que recibía, muchas veces, era juicio, comparación o silencio.
Y aquí lo digo con firmeza y sin culpa:
cuando una mujer te critica por cuidarte, por tener disciplina, por mostrarte, por sentirte guapa, por ser constante, por amarte… no está hablando de ti. Está hablando de ella.
🧨 Habla de su incomodidad.
🧨 De sus elecciones no sostenidas.
🧨 De la parte de ella que aún no ha tenido el coraje de hacer lo que tú estás haciendo.
Porque es más fácil llamarte “intensa” que reconocer que le cuesta comprometerse con su salud.
Es más cómodo pensar que eres “creída” que mirarse y preguntarse por qué le incomoda verte segura.
Y es más sencillo burlarse de tu constancia que enfrentarse a su propio autosabotaje.
Y tú no viniste a sostener todo eso.
No eres responsable de las proyecciones de nadie.
Tu presencia no es una amenaza: es un espejo.
Así que si tú eliges cuidarte, comprometerte contigo, trabajar en ti… y eso remueve o molesta…
que lo trabaje quien lo tenga que trabajar.
Tú sigue.
Porque no viniste a apagar tu fuego para que otras no sientan frío.
Viniste a encenderlo, y a recordarnos a todas que también podemos.
Lo que me pasaba con los hombres
Con los chicos, era otro tipo de impacto.
No había juicio… pero tampoco profundidad.
Me miraban. Me deseaban. Me halagaban.
Pero cuando preguntaba por qué se habían fijado en mí, la respuesta era siempre la misma:
— “Por tu belleza.”
Y sí… gracias. Pero por dentro, eso me dolía.
Porque entonces pensaba:
¿Y si un día no soy tan guapa? ¿Y si engordo? ¿Y si envejezco? ¿Me dejarás de querer si no estoy perfecta?
Esa validación superficial me enseñó a medirme constantemente.
A vigilar mi imagen. A sentirme “valiosa” solo cuando me veía guapa.
Y cuando no… me sentía menos.
Mi autoestima quedó atrapada en un espejo.
Y empecé a vivir como si el amor fuera condicional a mi físico.
Como si la versión “imperfecta” de mí… no mereciera ser amada igual.
🔥 El resultado fue este:
Me sentía insegura con las mujeres, y presionada con los hombres.
Con unas, me escondía. Con otros, me exigía.
Y en ningún espacio me sentía completamente libre para ser yo.
Y ese desgaste… lo llevas por dentro.
Hasta que un día dices: basta.
Basta de encogerme para no molestar.
Basta de esforzarme por gustar a todos.
Basta de tener que justificar mi luz o pedir perdón por brillar.
✨ Lo que cambió mi vida fue esto:
Comprender que todo es energía.
Que lo que atraes tiene que ver con lo que crees de ti.
Que cuando vibras en inseguridad, atraes vínculos que no te valoran.
Y que cuando empiezas a sanar tu raíz, todo empieza a alinearse.
Desde que me elegí —de verdad—
la vida me empezó a traer mujeres hermosas, luminosas, sin máscaras.
Mujeres que brillan con fuerza, pero que no compiten.
Que no te miran con juicio, sino con admiración.
Mujeres que entienden que el brillo se contagia, no se roba.
🧠 Y entendí algo más:
Las personas guapas, muchas veces, son las más inseguras.
No por vanidad.
Sino porque han vivido bajo un foco constante.
Han sido reducidas a una imagen.
Y eso genera una presión invisible:
La de tener que estar siempre bien. Siempre a la altura.
La de no poder mostrarte frágil sin que alguien lo vea como una caída.
Pero ya no.
Hoy elijo mostrarme completa.
Con luz y con sombra.
Con fuerza y con miedo.
Con belleza y con verdad.
💫 Si tú también te has sentido así…
Si alguna vez te escondiste por miedo a incomodar…
Si te dolió que te juzgaran por cuidarte, arreglarte o mostrarte…
Si tu brillo hizo que alguien se alejara, o te criticara…
Este mensaje es para ti.
No estás sola.
No estás rota.
Y no tienes que elegir entre gustar o ser tú.
🌿 Te propongo este pequeño ritual AORIS:
-
Cierra los ojos un momento.
-
Coloca tu mano en el pecho.
-
Pregúntate en voz baja:
— ¿Qué partes de mí apagué para encajar?
— ¿Qué aprendí sobre mí en los vínculos con mujeres? ¿Y con los hombres?
— ¿Cuándo empecé a medir mi valor por cómo me veía?
— ¿A quién sigo pidiendo aprobación para sentirme suficiente?
— ¿Y si me vuelvo a elegir hoy, aunque no esté perfecta?
🌬️ Respira.
🌸 Acaríciate con ternura.
☀️ Y recuérdate esto:
💛 No viniste a gustar.
💛 Viniste a SER.
💛 Y cuando eres tú sin miedo… el mundo se transforma.
Que AORIS sea ese espacio donde puedas volver a ti, sin juicio.
Donde brillar no sea peligroso, sino sagrado.
Donde sanar sea un acto diario, consciente y libre.
Y donde ninguna mujer tenga que volver a encogerse para pertenecer.
With love,
Ingrid
🌞 AORIS — la luz que nace desde dentro